Breve definición Podemos definir la voluntariedad como la capacidad de las personas de tomar decisiones sobre sí mismos de forma autónoma, libre e informada. Sin presiones internas ni externas (como la presión social o la amenaza de daño). La voluntariedad es una característica importante de muchas interacciones humanas, incluyendo el consentimiento informado en las relaciones de cuidado, las relaciones contractuales y la participación en actividades sociales y políticas. Es un rasgo de las interacciones interpersonales que implica que las distintas partes actúan de acuerdo con su voluntad, y no debido a la coacción, presión o falta de alternativas. Para poder hablar de voluntariedad deben darse tres requisitos: que no haya coerción, que no esté motivada por alicientes indebidos y que haya alternativas a la elección (Wertheimer 1987).
Clarificaciones conceptuales/conceptos vinculados Se puede confundir el uso del término voluntariedad con el uso del término autonomía. Sin embargo, si bien la autonomía es necesaria para que podamos hablar de voluntariedad, no pasa lo mismo en el caso opuesto. Una decisión autónoma no tiene por qué ser voluntaria, porque podemos no estar bien informados para tomar esa decisión o condicionados de alguna forma.
De la misma forma, existe una fuerte vinculación entre el término voluntariedad y el término consentimiento informado. La relación se establece en tanto que para que un consentimiento informado sea éticamente válido debería ser aceptado de forma voluntaria, sin coerciones ni exigencias, y totalmente comprendido por el paciente. Por último, otro término vinculado al de voluntariedad es el de libertad. Sin embargo, la libertad es un concepto más amplio que puede referirse a estados o condiciones sociales, políticas o personales que permiten el ejercicio de la voluntad. La voluntariedad se refiere específicamente a la naturaleza de las acciones o decisiones individuales.
Desarrollo de definición El término voluntariedad se sustenta en la idea de que –en el ámbito clínico– las decisiones que tomen los pacientes estén desprovistas de cualquier tipo de influencia externa (Etchells et al. 1996). Una influencia involuntaria puede ser interna o externa. En el caso de las influencias (o presiones) internas, generalmente hacen referencia a la autonomía, la libertad y la información que el paciente posea. Una decisión puede verse presionada de forma interna si el paciente no es capaz de comprender a qué prácticas está consintiendo, o si está privado de su libertad de decidir o su autonomía debido a un, por ejemplo, fuerte dolor ocasionado por su propia condición clínica. Respecto a los factores externos, Etchells et al (Etchells et al. 1996) exponen que existen fundamentalmente tres causas de presión externa: el uso de la fuerza, la coacción y la manipulación. Controversias y aplicación El término voluntariedad es clave en la relación entre profesionales de la salud y pacientes, y su importancia se asemeja a la de otros principios como la autonomía y la competencia. Cuando este principio se vulnera, se generan problemas éticos y se deteriora la relación de confianza entre las partes. La voluntariedad implica, por lo tanto, que las decisiones que se efectúen sobre un paciente deben ser tomadas con pleno consentimiento y participación de este. No respetar la voluntariedad de un paciente constituye una mala práctica desde una perspectiva ética, ya que el paciente debe tener el derecho a decidir sobre su propio cuidado y tratamiento.
En el marco del final de la vida, pueden surgir circunstancias complicadas en las que la voluntariedad puede verse violada de dos maneras diferentes. Por un lado, es posible que se produzca una situación en la que al paciente se le impida tomar la decisión de terminar con su vida, prolongando su sufrimiento contra su voluntad (en países donde la eutanasia sea legal). Por otro lado, también puede darse el caso en el que se vaya contra la voluntad del paciente mediante la aplicación de medidas que el paciente ha rechazado con el objetivo de acelerar o provocar su muerte.
En ocasiones, evaluar la voluntariedad puede ser difícil, al igual que evaluar la competencia. Este principio es difícil de cumplir en situaciones en las que el paciente carece de la capacidad física para expresar su voluntad o rechazar un tratamiento. En estos casos, la voluntad del paciente puede depender de las decisiones de sus allegados, quienes actuarían en función de la voluntad expresada anteriormente por el paciente o de sus propios deseos si el paciente no ha dejado constancia de su voluntad.
En conclusión, la voluntariedad juega un papel fundamental en la relación entre el médico y el paciente, y es esencial respetarla para mantener una atención médica ética y de calidad. Los profesionales de la salud y las autoridades sanitarias deben abordar cuidadosa y reflexivamente la vulneración del derecho a tomar decisiones de forma voluntaria en situaciones delicadas como el final de la vida.
Legislación En España, la autonomía individual de los pacientes en salud ha sido objeto de regulación: La Ley 41/2002, Básica Reguladora de la Autonomía del Paciente y de Derechos y Obligaciones en materia de Información y Documentación Clínica, desarrolla las previsiones que la Ley General de Sanidad enunció como principios generales. La Ley 15/1999, de Protección de Datos de Carácter Personal, califica los datos relativos a la salud de los ciudadanos como datos especialmente protegidos, estableciendo un régimen especialmente riguroso para su obtención, custodia y cesión.
Bibliografía
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Wertheimer, Alan. 1987. Coercion. Princeton: Princeton University Press.
Bibliografía recomendada
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Kuhse, Helga, and Peter Singer, eds. 2013. A Companion to Bioethics, 2nd ed. Chichester: Wiley-Blackwell.
Pellegrino, Edmund D., and David C. Thomasma. 1993. The Virtues in Medical Practice. Oxford: Oxford University Press.
Autoría: Gonzalo Díaz-Cobacho
Forma recomendada de citar esta entrada: Díaz Cobacho, G. “Voluntariedad”, Glosario crítico sobre bioética y final de la vida, (preprint).https://www.inedyto.com/voluntariedad.html
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