Traducciones Inglés: Death Determination Francés: Détermination de la mort Euskera : Heriotzaren Zehaztapena Catalán: Determinació de la mort Gallego: Determinación da morte
Términos relacionados
Objeción de conciencia
Soporte vital
Final de la vida
Muerte encefálica
Donación de órganos
Breve definición La determinación de la muerte es el proceso por el cual se dictamina que un ser humano ha dejado de vivir. A lo largo de los años, la forma de determinar que alguien ha fallecido ha ido variando. Originalmente, se consideraba que alguien estaba muerto/a cuando se producía una parada cardiorrespiratoria (criterio cardiorrespiratorio). Sin embargo, a finales de la década de los sesenta se introdujo un segundo criterio (criterio neurológico) para determinar que una persona había fallecido, ampliando a dos los criterios para la determinación de la muerte humana.
Clarificaciones conceptuales/conceptos vinculados La determinación de la muerte está fuertemente vinculada al concepto de muerte encefálica (criterio neurológico), que encierra una gran polémica. Véase: Death Determination by Neurologic Criteria: Areas of Consensus and Controversy (Lewis y Bernat 2022).
Desarrollo de definición En la actualidad, la muerte es definida como un hecho biológico que se determina a través de dos criterios: cuando el corazón ha dejado de bombear sangre al resto del cuerpo de forma irreversible (muerte circulatoria o por criterio cardiorrespiratorio) o cuando el cerebro y tronco encefálico han dejado de funcionar (muerte por criterio encefálico o neurológico). Asimismo, existen una serie de protocolos, con distintas pruebas (como por ejemplo la prueba de apnea en el caso de la muerte encefálica o el electrocardiograma en el caso de la muerte cardiorrespiratoria) para comprobar que una persona ha fallecido por alguno de los dos criterios anteriormente mencionados.
Controversias y aplicación La muerte encefálica nace como concepto a finales de los años cincuenta y principios de los años sesenta como consecuencia de los avances producidos en las técnicas de reanimación. Estas técnicas conseguían salvar a los/as pacientes, pero en muchas ocasiones dejaban a estos con secuelas neurológicas severas.
Por esta razón, el personal sanitario tuvo que enfrentarse a una serie de problemas novedosos como, por ejemplo, tener en sus hospitales a un gran número de personas que aun estando legalmente vivas no tenían ninguna posibilidad de recuperación por los daños catastróficos e irreversibles que presentaban en su cerebro. El término que los doctores Mollaret y Goulon usaron para referirse a este fenómeno fue el de coma dépassé, es decir “más allá del coma”: un estado de inconsciencia irreversible que sería usado durante unos años como diagnóstico para estos pacientes (Mollaret y Goulon 1959).
En 1968, organismos de gran relevancia en el ámbito de la ciencia médica como el del Colegio de Médicos de Francia (Académie Nationale de Médecine 1966) , la Asamblea Médica Mundial (Machado et al. 2007) y el Comité Ad Hoc de la Escuela de Medicina de Harvard para la muerte cerebral (Ad Hoc Committee 1968) elaboraron un nuevo criterio para la determinación de la muerte de una persona que se añadiría al criterio de muerte cardiorrespiratoria: el criterio encefálico. A partir de este momento las personas hasta entonces diagnosticadas en coma dépassé pasaban a estar clínica y legalmente muertas.
Una de las razones para incluir este criterio es que permitía liberar recursos médicos destinados hasta entonces a esos pacientes para poder usarlos en otros, consiguiendo así optimizar el uso de recursos médicos. Otra, es que permitía declarar la muerte de los pacientes antes de que su corazón dejara de latir (lo cual abría la posibilidad de extraer órganos, incluido el corazón en condiciones óptimas). Por este motivo, la muerte encefálica se convirtió en un elemento fundamental del éxito de los sistemas de trasplantes que cada año permiten salvar la vida de miles de pacientes en lista de espera.
Ahora bien, a pesar de las cuestiones de carácter práctico que este nuevo criterio consiguió mejorar, desde su introducción y posterior aceptación se abrió una controversia en la literatura médica y bioética acerca del significado de la muerte encefálica y de su fundamentación que aún se mantiene abierta (Hastings Center Report 2018).
Las controversias relativas a la muerte encefálica se pueden agrupar a grandes rasgos en dos grupos: las discrepancias científicas y las discrepancias extracientíficas. Las discrepancias científicas se basan, por un lado, en la crítica a la idea de que la equivalencia entre muerte encefálica = muerte tenga que ser necesariamente cierta: critican las incongruencias que el criterio de muerte encefálica ofrece en cuanto a, por ejemplo, el concepto de cese irreversible de funciones vitales, la idea de que el cese del funcionamiento del cerebro y el tronco encefálico sea equivalente a la muerte o la incertidumbre en ocasiones manifiesta de las pruebas diagnósticos (Díaz-Cobacho, Molina-Pérez, y Rodríguez-Arias 2023; Shewmon 2001).
Por otro lado, los críticos, por razones científicas, con el criterio de muerte encefálica también ponen en cuestión que sea necesario el cese de todo el cerebro y tronco encefálico para que alguien pueda ser considerado muerto o que, por el contrario, se puedan alargar aún más los parámetros para considerar a alguien como muerto (por ejemplo, hasta la muerte cortical) (Veatch 1988).
Las discrepancias extracientíficas contra el criterio encefálico para la determinación de la muerte se justifican fundamentalmente en la idea de que, de forma independiente a las divergencias científicas, hay razones de otra índole –religiosas, culturales o sociales– que deberían permitir considerar a una persona como viva a pesar de encontrarse en un estado de muerte encefálica.
Ejemplos de este tipo de discrepancias son: la negativa de los Judíos Ortodoxos a aceptar el criterio de muerte encefálica por razones bíblicas («Bible Gateway Passage: Génesis 7:22 - Reina-Valera 1960», s. f.), la negativa de algunos cristianos fundamentalistas por la misma razón o la implementación en Japón de un sistema dualista para la determinación (fundamentado también en razones religiosas) que permite a una persona o a sus familiares decidir si quiere ser considerada como muerta o como viva en el caso de encontrarse en un estado de muerte encefálica (Zeiler 2009; Akabayashi et al. 2018).
Si bien estas discrepancias se revelan contra el criterio encefálico para la determinación de la muerte, en realidad también encierran una discrepancia contra la definición biológica de la muerte, ya que consideran que esta no tiene un carácter exclusivamente biológico.
Asimismo, dentro del debate filosófico sobre la determinación de la muerte algunos autores han defendido posturas que difieren en la idea de que la definición de la muerte sea una cuestión científica y por ello creen que otras definiciones (por ejemplo, la pérdida de la identidad personal) deberían ser válidas (Green y Wikler 1980).
Legislación La declaración de la muerte, que no su determinación (un acto médico y no jurídico), viene regulada en varias normas, entre otras: artículo 66 de la Ley del Registro Civil (donde se especifica que el certificado médico de defunción es obligatorio), así como los artículos 62.1 62.2, 63 y 64 de esta misma ley. La obligatoriedad de este trámite puede verse contemplada –o al menos inferirse– en la redacción de otras normas. Entre ellas: Código Civil: arts. 82, 85., RD 1723/2012: art. 9.2, 9.3, 9.4, 9.5 y 9.6.c (a efectos de trasplante se considera obligatorio que el médico certifique un cese de las funciones respiratorias y circulatorias o encefálicas, de no certificar la muerte no se pueden extraer los órganos), así como la Ley 30/1979: art. 5.1 (el certificado de defunción ha de ser suscrito por 3 médicos...) y el Código de Ética Médica: art. 20.1.
Referencias
Académie Nationale de Médecine. «Les problèmes poses par les prélèvements d’organes sur un mort en survie artificielle», 1966, 46-47.
Ad Hoc Committee. «A Definition of Irreversible Coma. Report of the Ad Hoc Committee of the Harvard Medical School to Examine the Definition of Brain Death». JAMA 205, 6 (1968): 337-40.
Akabayashi, A., E. Nakazawa, R. Ozeki-Hayashi, K. Tomiyama, K. Mori, R. A. Demme, y A. Akabayashi. «Twenty Years After Enactment of the Organ Transplant Law in Japan: Why Are There Still So Few Deceased Donors?» Transplantation Proceedings 50, 5 (2018): 1209-19.
«Bible Gateway Passage: Génesis 7:22 - Reina-Valera 1960». s. f. Bible Gateway. Accedido 8 de febrero de 2024. https://www.biblegateway.com/passage/?search=G%C3%A9nesis%207%3A22&version=RVR1960.
Díaz-Cobacho, G., A. Molina-Pérez, y D. Rodríguez-Arias. «Death Pluralism: A Proposal». Philosophy, Ethics, and Humanities in Medicine 18, 1 (2023). https://doi.org/10.1186/s13010-023-00139-3.
Green, Michael B., y Daniel Wikler. 1980. «Brain Death and Personal Identity». Philosophy and Public Affairs, 9: 105-133.
Hastings Center Report. 2018. «Defining Death: Organ Transplantation and the Fifty‐Year Legacy of the Harvard Report on Brain Death» 48 (S4).
Lewis, Ariane, y James L. Bernat, eds. Death Determination by Neurologic Criteria: Areas of Consensus and Controversy. Advances in Neuroethics. Cham: Springer International Publishing. 2022. https://doi.org/10.1007/978-3-031-15947-3.
Machado, C, J Korein, Y Ferrer, L Portela, M de la C García, M Chinchilla, Y Machado, Y Machado, y J M Manero. «The Declaration of Sydney on Human Death». Journal of Medical Ethics 33, 12 (2007): 699-703. https://doi.org/10.1136/jme.2007.020685.
Mollaret, P., y M. Goulon. «Le coma dépassé». Rev. Neurol., n.o 101 (1959): 3-5.
Shewmon, D. Alan. «The Brain and Somatic Integration: Insights Into the Standard Biological Rationale for Equating Brain Death With Death». The Journal of Medicine and Philosophy 26, 5 (2001): 457-78. https://doi.org/10.1076/jmep.26.5.457.3000.
Veatch, Robert M. «Whole Brain, Neocortical, and Higher Brain Related Concepts». En Death: Beyond Whole-Brain Criteria, editado por Richard M. Zaner, 171. Dordrecht: Kluwer, 1988.
Zeiler, Kristin. «Deadly Pluralism? Why Death-Concept, Death-Definition, Death-Criterion and Death-Test Pluralism Should Be Allowed, Even Though It Creates Some Problems». Bioethics 23, 8 (2009): 450-59.